Todo está bien en ti

todo está bien en mi

Todo, absolutamente todo está bien en ti.

Quizás aprendiste a ponerte etiquetas «negativas» sobre tu manera de comportarte, sobre cómo pensabas, hablabas, te movías, reías, te relacionabas…

Quizás hubo alguien que te dijo que no estaba bien sentir lo que sentías, pensar lo que pensabas, ser como eras.

Ese alguien seguramente se lo decía a sí mismo, a sí misma. Y no tienen culpa alguna. Lo hacían lo mejor que sabían, querían, podían.

Sin embargo, este aprendizaje te trae a este momento, a cuestionar lo que quieres hacer, a cuestionar lo que piensas, lo que sientes. Y te sientes bajo, te sientes baja de energía, porque toda tu energía se la has entregado a esas ideas de cómo hay que pensar, sentir, comportarse…

Llegar a este punto, a la vez que incómodo es revelador y un punto de inflexión. Un momento en el que queremos recoger nuestra propia fuerza interior, nuestro poder, y devolvérnoslo a nosotros, a nosotras.

Y ¿cómo hacemos esto? ¿cómo consigo devolverme el poder que una vez entregué? Validando cada una de mis emociones, pensamientos, acciones, ideas, etc. Sí, validando esas ideas que a muchos les parecen raras, carentes de sentido, estúpidas o absurdas. Estos calificativos hablan más de la persona que los emite que de la que los recibe.

Así que tomar nuestra fuerza también es jugar y experimentar qué ocurrre cuando digo SÍ, a esos deseos que siento, cuando hago lugar a mis pensamientos propios, cuando innovo en la forma de relacionarme, porque me parece que está fantástico así. O porque se me ocurrió que  sería buena idea.

En cualquier caso, la decisión de tomar el poder lo tenemos cada cuál. De nada sirve que los demás opinen o nos sugieran formas en cómo hacerlo, «los demás no conocen el contenido vibratorio de tus deseos y no conocen el contenido vibratorio de quién eres, por lo que no están capacitados para orientarte. Por más que obren de buena fe y deseen tu Bienestar, no lo conocen» (Esther y Jerry Hicks). 

Sonia Gutiérrez.

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